FLAMMES (Adolfo Arrieta, 1978)
Quizá el más llamativo de todos mis descubrimientos cinematográficos de los últimos meses sea esta extraña e inclasificable película, del aun más inclasificable Adolfo Arrieta (o Adolpho Arrietta, Vdolfo Arrieta o Udolfo Arrieta, pues parece ser que cada obra la firma con un nombre distinto). Nacido en Madrid en 1942, Arrieta es considerado por muchos como unos de los cineastas de vanguardia más radicales y visionarios de la segunda mitad del siglo XX. Admirado por gente como Marguerite Durás, Philippe Garrel, Jonas Mekas, Serge Bozon o Stephen Dwoskin, es práticamente desconocido en España fuera de los círculos de las filmotecas y salas de arte y ensayo. Lo cual da una idea del estado de la cinefilia en nuestro país.
El argumento de la película es sencillo: Una niña tiene la visión nocturna de un bombero entrando por la ventana de su habitación. Años después, convertida ya en una joven, volverá a la casa familiar con la intención de forzar ella misma aquella aparición.
Una de las cosas a reseñar es que la versión que yo he visto es la de 82 minutos, seis minutos menos que la primera, de 1978, y cuatro que la reeditada en DVD recientemente. Cabe destacar que ha sido el propio Arrieta quien ha modificado personalmente sus películas tras posteriores visionados, lo cual es algo curioso, ya que le da un carácter de ente vivo ligado al devenir del tiempo sobre su propio autor.
Resulta llamativo, que el único largometraje de Arrieta que he podido ver, se trate de una película visualmente tan clásica, casi académica, en un sentido estético que lejos de banalizarla, le confiere una fuerza especial. La mayoría de los planos son fijos y cuando hay un movimiento de cámara siempre es sobre el mismo eje, y de manera pausada. Igual que las interpretaciones, sin estridencias, muy físicas (en un sentido netamente presencial), pero muy distantes, por ejemplo, del Bresson posterior a Pickpocket que carga toda la representación en la fisicidad de sus modelos. Más cercano quizá, al Oliveira de Vale Abraão, aunque igual esta apreciación viene condicionada por la forma en que tanto Arrieta en Flammes, como Oliveira, filman el rostro de su protagonista femenina, verdadero epicentro emocional del relato.
También sorprende de la puesta en escena, el uso de los colores, sobretodo del rojo. Creo que el surgir del elemento fantástico dentro del relato tiene mucho que ver con el uso de los colores y los contrastes que va creando. El rojo intenso de los títulos del inicio, los sofás, las paredes, la bata de la protagonista y su padre, el vestido con el que baja a la cena, el fuego… es todo muy onírico. Parece casi un giallo de Argento.
Flammes busca la intriga a través de lo elusivo, de lo que se espera por apuntado, no por revelado. Es una película que se mueve en la superficie, pero esa superficie es tremendamente rica, ya que funciona por la evocación a través de unas imágenes vírgenes en constante baile, que orbitan la metempsicosis entre los sueños y la realidad. Así podemos ver que es un cuento, sin ser infantil; que es enigmática sin ser críptica; que tiene parte de fábula, sin ser fantasiosa; de intriga sin misterio; y erotismo sin explicitar. Una película bellísima.
Adjunto enlace para ver la película en VO con subtítulos en italiano:
Flammes (1978)

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