“En Eisenstein encontramos la urgencia constante de operar en los intersticios de diferentes ciencias, entre lingüística y antropología, entre psicología y estética, entre la historia del arte y la biología”
Yuri Lotman
En las siguientes líneas vamos a intentar un pequeño acercamiento a los conceptos cinematográfico que los formalistas rusos extrajeron de las obras más relevantes de la cinematografía soviética de la primera mitad del siglo XX.
Es sobradamente conocida la aportación de Eisenstein no solo en cuanto a montaje (quizá la palabra más fuertemente ligada al cine soviético) sino que se erige como influencia importantísima en la mayoría de los movimientos cinematográficos posteriores, sobretodo en occidente. Dziga Vertov, por su parte, establece las bases de los documentales experimentales que después continuarían Walter Rutman con Berlín, sinfonía de una ciudad (Berlin - Die Symphonie der Großstadt, 1927), Werner Herzog ya entrados los años sesenta o Chris Marker.
Cabría preguntarse como hubiese sido la carrera de muchos de estos directores de haber surgido en un estado en el que la censura no fuese un elemento tan fuerte. Godard escribe: los únicos directores que tienen experiencia en el cine que hay que hacer son algunos directores rusos de inmediatamente después de la Revolución, gente como Eisenstein o Vertov, a los que enseguida se les cerró el paso y se los recondujo a una línea más recta (initiation [revolutionnaire] au cinéma, Rusbes, 1969 Godard entrevistado por Jean Paul Török). Los cineastas se adaptaron al gran tema del momento que eran las Granjas colectivas, pero desde ese punto exploraron todos los recovecos del alma humana. El hombre contra la naturaleza o contra un enemigo hostil, pero el hombre visto como un conjunto de individuos. Como los trabajadores y pueblerinos que se juntan para hacer frente a la invasión extrajera en Alexander Nevski (1938) o La huelga (Stachka, 1928).
Según Jean Luc Godard, podemos relacionar los hallazgos angulares de Eisenstein en el dominio de la filmación del movimiento con los hallazgos de Tintoretto en la fijación de ese movimiento; hasta tal punto es cierto que las condiciones sociales de la existencia de los hombres determina su pensamiento; hasta tal punto es cierto que la autonomía de la morfogénesis resulta de la contradicción entre la invariante del ácido nucleico y de su programación por el gen. Fueron las condiciones sociales las que les permitieron, a Tintoretto en su época y a Eisenstein en la suya, formular genialmente un nuevo punto de vista. Podemos entender así que los factores sociopolíticos de la época estimularon el carácter creador de sus muchos genios.
Entre los años 1915 y 1930 surgen en Rusia el Circulo Lingüístico de Moscú y la Sociedad para el Estudio del Lenguaje Poético. La que se conocerá como formalismo ruso y, a partir de los años sesenta, formará parte fundamental de las nuevas poéticas y de los estudios semióticos, se dedicó también al estudio de esa nueva forma de expresión de la palabra surgida a principios (en realidad finales del XIX) del siglo XX que es el cinematógrafo. Los principales valedores de esta nueva semiótica aplicada al cine fueron Boris Eikhenbaum (autor de Poetika Kino, en 1927, una de las obras fundamentales sobre el análisis formalista del cinematógrafo), Boris Kazanski, Andrei Moskvin, Adrian Piotrovski, Evgueni Mijailov, Viktor Sklovski, Kiril Sutko, Boris Tomachevski o Yuri Tynianov.
Resulta llamativo ver como incluso en los años inmediatamente posteriores a la revolución del 27, y teniendo en consideración la reducida producción de películas soviéticas pudieran existir tantos teóricos del lenguaje cinematográfico. La creación de la revista Kino-Fot (revista constructivista dedicada íntegramente al cine) por parte de A. Gan, en el año 1922, además del Manifiesto de las atracciones de Segei Eisenstein y los Kinos de Dziga Vertov ayudan a fundamentar la primera base teórica sobre la que se erigen los estudios cinematográficos.
Si bien la producción cinematográfica de Rusia era escasa en sus inicios existen entre el nacimiento del celuloide y la muerte de Eisenstein (como punto cronológico tangible más que como punto inflexivo) algunas de las películas más importantes en cuanto a la relación entre las palabras, los conceptos y las ideas a través del montaje. Montaje, quizá la palabra que más y mejor a definido la cinematografía soviética a lo largo de su historia (quizá hasta la llegada de Tarkovsky y la posterior destrucción del concepto de alternancia de planos en Aleksander Sokurov y su Arca rusa (Russkiy kovcheg, 2002)).
La ubicación del cine dentro de las artes.
Podríamos decir que uno de los principales elementos que forman parte del método formalista de estudio de las obras consiste en partir de procedimiento reconocibles y en establecer su función dentro del sistema del filme. Esto podría resumirse como la teorización sobre los recursos narrativos y estilísticos con una finalidad conceptual. Aplicado al cine estos recursos serían la utilización de los planos como contexto emocional, la fragmentación de la puesta en escena para ganar dinamismo o la utilización de la música y la palabra. Dentro de los formalistas surgen diferentes perspectivas de enfoque de este nuevo arte nacido como técnica. Mientras Tynianov considera que la palabra es un sistema subyacente al discurso cinematográfico, Eikhenbaum hace hincapié en la capital importancia que tienen los intertítulos como componente verbal del mensaje fílmico.
El propio Eikhenbaum habla de los tres puntos de vista formalistas sobre el cinematógrafo: En el primero de ellos el cine obtiene su consideración desde la literatura ya que se encarga de adaptar textos. No tiene una base de análisis teórica propia ya que es visto más como una técnica que como un arte. No obstante la irrupción del cine obliga a replantearse la percepción de las demás artes en cuanto a su condición de parasitario.
El segundo punto de vista nos habla del montaje como elemento capital de la obra, y del discurso interior del espectador que establece las relaciones semánticas entre los diferentes encuadres del film.
Posteriormente se reconoce la palabra o leguaje verbal como sistema subyacente al funcionamiento semántico del film, ya sea dentro de un mismo plano o por contraposición en las relaciones creadas por la diferentes planos de una misma secuencia.
Dice Eikhenbaum en Poetika Kino algo que evidencia ese carácter globalizador del cinematógrafo y lo difícil de acotar su análisis: Para crear una obra cinematográfica no es necesaria una poética, sino una teoría universal, militante, que elimine sin piedad de la práctica común todo el fárrago formalista y escolástico. Con esa teoría del trabajo cinematográfico, llegará a ser posible dominar y organizar todo lo que esté al alcance del aparato de toma de vistas, el más riguroso ejecutor de una labor social precisa.
Podemos ver como el Realismo socialista es la forma que se pretende utilizar para construir el mansaje. Es importante las capacidades estilísticas y reflexivas del cinematógrafo, pero estas capacidades siempre van a estar supeditadas a ensalzar los logros revolucionarios.
El arte de la fotogenia
El cine se revela para los formalistas como el arte de la fotogenia toda vez que se nutre fundamentalmente del lenguaje de los movimientos. Según los teóricos ha tomado ventaja al teatro (dice Eikhenbaum), quizá aquí lo que habría que replantearse ante esta afirmación es si no se infravalora al teatro en este nuevo posicionamiento al que el cinematógrafo le releva.
Lo que se le achaca al teatro es el inmovilismo de sus escenarios y por lo tanto del punto de vista del espectador. Esto no tendría por qué considerarse algo intrínsecamente negativo si nos desprendemos del concepto de teatro como arte escénico en detrimento de su verdadera fuerza: el uso de la palabra. Ese cambio de percepción que origina lo que se conoce como "traducciones intersemióticas" es una evidencia más de que el cine genera una revolución conceptual que obliga al arte a una redefinición de sus relaciones mutuas.
Es evidente que ni el teatro ni la literatura pueden utilizar los recursos de los que hace gala el cine. El concepto de unidades de espacio a la manera de Deluze, en palabra del propio filósofo, Eisenstein hace cine. Y en tanto hace cine es como todo el mundo, debe reconstituir el movimiento de este modo radicalmente nuevo, en función de instantes equidistantes, de instantes cualesquiera. Pero lo que hay de sorprendente en Eisenstein es que se sirve del método cinematográfico para restaurar un nuevo mundo épico y trágico. Es decir, calcula sus equidistancias de manera que ellas resucitan momentos privilegiados. De esta manera se puede ver el uso del montaje como eje vertebral de los diferentes planos. El Eisenstein que va desde La Huelga (1925) hasta Alexander Nevski (1938) es probablemente el mayor exponente del encadenamiento de planos. La dificultad en la comprensión de la duración y el encuadre le otorga una categoría moral en cuanto a que está redefiniendo significados. Pero si la estructura es lo que otorga dinamismo y, por contraposición y tiempo, significado; es la fotogenia lo que le confiere una determinada expresividad como elemento autónomo. Delluc decía que los elementos filmados tienen fuerza en función de la fotogenia del encuadre y no por la construción geométrica de sus formas. No es a causa de la estructura del objeto, sino por la manera en que este es presentado en la pantalla. Cualquier objeto puede ser fotogénico, es una cuestión de método y estilo. El operador es el artista de la fotogenia. Utilizada como expresividad la fotogenia se transforma en lenguaje, lenguaje de la mímica, de los gestos, de las cosas, de los ángulos, de los planos, etc... que son el fundamento del cine-estilística. No obstante, en este punto Delluc difiere de lo que decía Bazin en el primer capítulo de su célebre ¿Qué es el cine? cuando resaltaba que La fotografía obra sobre nosotros como fenómeno natural, como una flor o un cristal de nieve en donde la belleza es inseparable del origen vegetal o telúrico (...) Tan solo el objetivo satisface completamente nuestros deseos incosncientes; en lugar de un calco aproximado nos da el objeto mismo, pero liberado de las contingencias temporales Es en esta perspectiva cuando el cine se muestra como la realización en el tiempo de la objetividad fotográfica.
Para entender mejor las diferentes teorías cinematográficas surgidas de los exegetas soviéticos es conveniente saber a rasgos generales cuales fueron los principales cineastas de la época, porque si bien es cierto que comparten algunos rasgos estilísticos, no lo es menos que en ningún momento se forma una homogeneidad estilística como si hubo en otros países.
Eisenstein es el más reconocido a nivel mundial. Cine fuertemente propagandista (fruto de la época) y con reminiscencias históricas. Eisenstein intenta establecer paralelismos entre épocas distintas de la patria Rusa. Hasta Alexander Nevski, el puntal de su obra es el montaje encadenado. Mención aparte merece su díptico sobre Iván el terrible (Ivan Groznyy, 1944, 1958). Sin duda alguna su película estéticamente más imponente. En la que el espacio deja de situarse a los márgenes para llenar totalmente los planos. La ubicación espacial y el juego de sombras se unen a sus habituales primeros planos y a los encadenamientos en las escasas escenas bélicas. En Iván el terrible Eisenstein no solo busca enfatizar mediante el dinamismo estructural, sino mediante la reflexión contemplativa de sus planos por separado. Algo que quizá ya se comienza a intuir desde su aventura mexicana con !Viva México! (1932).
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| El hombre de la cámara, 1929 |
Vsevold Pudovkin. Probablemente, junto a Eisenstein, el cineasta más reconocido de la cinematografía soviética de las primera mitad de siglo. Hombre de teatro, no fue hasta la visualización de Intolerancia (Intolerance, 1916) de Griffith cuando pudo ver las ilimitadas capacidades estilísticas del cinematógrafo. Como Eisenstein o Vertov, Pudovkin se inició en el género documental para ir pasando progresivamente a un tipo de cine más intimista, en el que los conflictos de los protagonistas se van alternando con conflictos nacionales (seguramente influencia directa de las películas de Griffith anteriores a Lirios Rotos (Broken Blossoms, 1919), en las que los protagonistas se ven envueltos en diferentes acontecimientos históricos).
Si bien difería de Eisenstein en la idea de montaje. Para Pudovkin este debía ser a priori, es decir, que el encadenamiento de los planos y su duración tiene que estar decidida antes de la propia captación. Para ayudarse en este propósito recurría a lo que se ha terminadao conociendo como guión de hierro, que difería de los guiones utilizados en cuanto a que en él se reflejaba todo cuanto iba a suceder. No solo los diálogos, sino los movimientos de los personajes, la utilización de la luz, los tipos de plano y su encadenamiento, el uso de la música y el montaje que se realizaría al final de la película.
Editar no es un mero método de empalme de escenas separadas o piezas, es un método que controla la dirección psicológica del espectador.
Alexander Dovzenko. El único de los cineastas importantes nacido en Ucrania. La mayor diferencia de Dovzenko respecto a los demás realizadores rusos de la época es que, pese a que, como todas las obras, está enmarcada en un contexto de socialismo realista, se puede vislumbrar un cierto panteísmo. La naturaleza cobra en Dovzenko una importancia superior creando una mezcla entre naturalismo y realismo. La lluvia, el viento, la dureza de la tierra y la propia individualidad del hombre conviven en un espacio colectivo. Y Dovzenko lo filma con la sensibilidad de un poeta, sin aspavientos, como lo hace Renoir en Una partida de campo (Partie de campagne, 1936) o El río (The river, 1951), Sjöström en El viento (The Wind, 1928), Shimizu en Hachi no su no kodomotachi (Children of the Beehieve como título anglosajón, desconozco que tenga traducción al español. 1948), Rossellini en Stromboli (Stromboli terra di Dio, 1950), o lo hará muchos años despues John Cassavettes en su Corrientes de amor (Love Streams, 1984), Kurosawa en Dersu Uzala (1975) o Béla Tarr en Satantangó (1994)
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| Al borde del mar azul, 1936 |
Eikhenbaum hace una separación diferenciada entre cine-frase, que vendrían a ser unidades de sentido definidas por medio del lenguaje, lo que podríamos llamar la verbalización de las imágenes en contraposición; en cine-periodo, que va directamente relacionado con la construcción de un tiempo específico, ya que según el teórico "en el cine el tiempo no se ocupa, se construye", ya que el tiempo está ligado indivisiblemente del espacio, por eso la utilización del espacio es un recurso necesario para la creación de una determinada estilística por encima del desarrollo argumental.
Estos dos conceptos cobran importancia a través de lo que Ekhenbaum llama la cine-percepción, y que no es más que la construcción que hace el receptor (espectador) y la elaboración de un discurso interior.
La materialidad del arte es un concepto ya utilizado por algunos teóricos en la década de los 20 para referirse a las nuevas posibilidades del cine. Tynianov dice que por su material, el cine se encuentra cercano a la artes plásticas y sus posibilidades espaciales; mientras que por su desarrollo se acerca a las artes temporales como la literatura y la música. Tynianov va más allá en su reformulación dando a entender que el cine tiene que alejarse de la literatura de la misma manera que se había liberado de la pintura y el teatro.
Literatura y cine
Las artes no son entidades totalmente cerradas ya que tienen características sincréticas que les son inherentes, todo depende de la correlación, de la combinación de elementos reagrupados bajo uno u otro emblema.
Ya en los años 30 gran parte de la literatura rusa había sido objeto de su versión cinematográfica. De Tolstoi se han adaptado Guerra y Paz, Ana Karenina, Resurrección, Poliuska o El padre Sergio, algo parecido pasó con Pushkin, y en menor medida con Chejov, Gorki, Gogol o Leskov. En ese sentido podríamos decir que el cine se nutre de la literatura abiertamente.
Considera Eikhembaum que la literatura se adapta mejor al cine que al teatro, ya que la adaptación teatral no transfiere la literatura a otro plano, sino que se mantiene dentro del ámbito de la palabra proferida y audible, que es la que fundamenta todo el sistema teatral. Y no solo eso, sino que al ser imposible plasmar en la escena teatral muchos de los recursos literarios (disgresiones, descripciones, detalles, paralelismos...) se empobrece el texto primero.
Por su parte la relación literatura-cine es de otra índole. No se puede considerar unas escenificación, sino una traducción a un lenguaje diferente. En el cine, el receptor es situado en unas condiciones de percepción que distan bastante de la literatura. El argumento en el cine está constituido, no solo por la progresión de la trama, sino por sus elementos estilísticos.
Aunque podríamos decir que la palabra en el cine se encuentra velada dentro del sistema de disposición de encuadres: confrontación de planos, elaboración de lazos semánticos, de metáforas o alegorías... pero también se encuentra de manera física en los intertítulos, o en el discurso interior del receptor.
Los intertítulos tienen una función enfática. La mayoría de teóricos de la época dan a entender que pese a que la mayoría de películas ponen en imágenes una exposición suficientemente clara, si les quitasen los intertítulos el espectador tendría una sensación de empobrecimiento pese a que estos no hacen más que acentuar semánticamente y dotar al espectador de ese tiempo de procesamiento interior de los encuadres en los espacios que hay entre ellos.




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